Lorenzo Musetti, el heredero sin trono
- lubigoni2
- 8 jul
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En un país que volvió a respirar tenis después de muchos años, Lorenzo Musetti fue por un rato uno de los elegidos. Sus golpes, su estética y su estilo de juego eran la historia perfecta. Un chico que venía de Carrara, ilusionaba a muchos italianos amantes del deporte. Pero mientras muchos tenían puesta la esperanza sobre él, apareció alguien que era mejor en varios sentidos. Más rápido, más fuerte, más eficaz y Musetti quien había llegado para liderar a su generación, empezó a mirar todo desde un segundo plano. No dejó de jugar bien, pero su nombre dejó de resonar.
Nacido en 2002 fue un joven campeón del Australia Open Junior en 2019 y su ascenso fue tan delicado como vistoso. Su revés a una mano lo distinguia, jugaba con una elegancia natural y a sus 19 años, en Roland Garros 2021 estuvo dos sets en ventaja sobre Novak Djokovic. No ganó, pero dejó la sensación de que algo recién empezaba.
Durante un tiempo, todos lo veían como el tenista de la camada que le devolveria a Italia un lugar entre los grandes. Sus rivales directos, Mateo Berretini y Jannik Sinner, tenían otras formas de competir. Pero mientras Berretini se metía en finales de Grand Slam y Sinner comenzaba a devorarse a sus rivales como si fuese una máquina, Musetti comenzó a enredarse en derrotas inexplicables, cambios de ritmo y altibajos emocionales. Un día brillaba y al otro se apagaba.
A sus 23 años sigue teniendo un talento indiscutible. Ha ganado torneos ATP, La Copa Davis y obtuvo medalla de bronce en los Juegos Olímpicos. En 2024 llegó a la tercera ronda de Roland Garros, pero ya no es el rey de la corona. Ese lugar lo ocupa Sinner con 19 títulos ATP, 3 Grand Slams, 4 títulos Masters 1000 y con el puesto número uno del mundo. Un jugador líder que mezcla potencia y una mentalidad de acero.
Mussetti, en cambio, es otra cosa. Juega con el alma, con duda, con pausas. A veces demasiadas. Y a diferencia de muchos de sus colegas, no parece obsesionado con ganar, sino con jugar bien. Y eso, en el tenis moderno, es una elección cara. El circuito no tiene tiempo para la belleza. Pide resultados. Y los pide rápido.
También, es distinto fuera de la cancha. No grita y no desespera por caer bien. Es tímido e introspectivo, habla con voz baja y pausada, como si pensara cada palabra con el mismo cuidado que ejecuta un golpe. En una era de jugadores mediáticos, entrenadores estrella y marketing, Lorenzo es en cierto modo, un distinto. Sus redes sociales están llenas de momentos calmos, entrenamientos, paisajes y fragmentos de vida. Hay algo genuino en su forma de estar que es una mezcla de juventud con madurez.
El tenis de hoy premia la potencia, la regularidad, la ejecución sin errores. Y aunque Musetti tiene las herramientas para competir - gran físico, buena movilidad y cabeza en formación-, su juego parece siempre en tensión. Cuando gana, deslumbra y cuando pierde, se lo discute más que a otros.
Pero quizás eso también sea parte de su legado. En un deporte cada vez más calculado Musetti aparece como un recordatorio de que todavía se puede jugar distinto y que a veces, en la derrota también hay belleza.
Tal vez nunca sea número uno. Tal vez no levante una copa grande. Pero si el tenis fuera un poema, él le pondría versos que otros ni siquiera imaginan.
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