La voz que incomoda

Crecimos viendo micrófonos sostenidos por manos masculinas. Aprendimos a escuchar relatos con tonos graves. Nos enseñaron, incluso sin decirlo, que el periodismo deportivo tenía género. Y no era el nuestro.

Hoy por suerte, algo cambió. Las mujeres tenemos más lugar, más visibilidad, más espacios. Hay relatos en clave femenina, análisis agudos, coberturas brillantes firmadas por mujeres que, día tras día, demuestran que saben -y mucho-. Pero si algo quedó claro ayer en clase, es que el camino recorrido es chico al lado del que falta recorrer.

Porque si, estamos. Pero no siempre nos dejan ser. Relatar partidos siendo mujer, por ejemplo, sigue generando incomodidad en muchas personas. A algunos hombres todavía les molesta escuchar dos voces femeninas narrando un gol. Y ni hablar de los prejuicios: muchos creen que si una mujer está en televisión es por su cara, por su cuerpo, no por su trabajo. No importa si sabe más que varios colegas varones o si se preparó el doble. Siempre se la mira con lupa. Siempre se la pone a prueba.

Un error en una periodista mujer se convierte en condena. Se viraliza, se cuestiona, se minimiza todo lo anterior. Mientras tanto, los errores de los hombres pasan como si nada. Como si fueran parte del juego. 

Y no es casual. Históricamente, la mujer fue puesta en segundo plano. Invisibilizada, subestimada, usada. Pero somos la generación del cambio. Las que no callamos, las que preguntamos, las que escribimos, relatamos y analizamos. Las que incomodamos, y está bien que así sea. 

Porque el periodismo necesita más voces. Y muchas de esas voces tienen nombre de mujer. 

Por Lucia, una de las que cree en el periodismo con voz de mujer.